sábado, 7 de junio de 2008

CAMBIAN LOS PAYASOS PERO EL CIRCO QUEDA


El golpe militar del 73 marcó un quiebre que determinó la existencia y la vida en las universidades chilenas. El último día de su gobierno, el 10 de marzo de 1990, Pinochet, dictó la Ley Constitucional de Educación, LOCE que dejó atado el modelo educacional. La municipalización de escuelas, liceos y la privatización de la educación superior fueron las herramientas básicas para la formación de las nuevas generaciones del país.

Esta ley hasta hoy está vigente, de esta manera el estado se desliga de su rol educador y lo deja en manos de privados.

Esto parece insólito, no existe otro sistema educativo en el mundo que deje en manos del mercado el tema de la calidad, equidad e integración educativa. Los sistemas Educativos exitosos se basan en la construcción de una educación pública de calidad.

Hoy como nunca antes es necesario rescatar el debate respecto al tipo de educación, de ser humano y de sociedad que queremos formar.


Un futuro incierto: LGE la misma mierda con otro olor

Este proyecto de ley nace como resultado de la movilización nacional llevada a cabo por los estudiantes secundarios el año 2006, con motivo de derogar la LOCE.

Liceos tomados, jornadas de reflexión, secundarios marchando por las calles de las principales ciudades del país, eran el escenario de una movilización que cada día adquiría mayor efervescencia social.

Todo concluye una vez que la asamblea nacional de estudiantes secundarios acepta una mesa de trabajo propuesta por el gobierno (estrategia de este para frenar la movilización), la cual se llamó Consejo Asesor Presidencial para la Educación. Dicha mesa de trabajo tubo como resultado la creación de un nuevo proyecto de ley. La Ley General de Educación. Y la creación de la Tarjeta Nacional Estudiantil. Los cuales resultaron ser “la misma mierda, pero con otro olor”.

En este sentido la LGE se presenta como un proyecto de ley que pretende derogar la LOCE, pero que no modifica la constitución política. Ni el rol de los sostenedores, ni la municipalización. Tampoco hace referencia a las condiciones de trabajo de los docentes ni a la educación superior. No prohíbe el lucro, es más, sigue validando la mercantilización de la educación pública. Finalmente, crea la superintendencia de educación, a la usanza de otras ya existentes como son las isapres y las afp.

Por otra parte tenemos una tarjeta nacional estudiantil, que dentro de sus múltiples falencias, no contempla la locomoción rural e interurbana, dejando a miles de estudiantes fuera de este beneficio. Esta medida afecta principalmente a los estudiantes de regiones.

Una tarea pendiente

En definitiva Estamos frente a un sistema educativo en manos de privados y que responde únicamente a la lógica del mercado, olvidando que desde la economía es imposible resolver temas como la educación o la pobreza. La discriminación que ejerce el sistema es evidente, sólo Vasta revisar las cifras.

La pregunta es. ¿Cuál es nuestra responsabilidad como estudiantes? ¿Cómo articular demandas que identifiquen a los distintos sectores sociales? ¿Como articular las convocatorias nacionales con el trabajo de disputa por el sentido común y la construcción de organizaciones de base?

Para lograr un movimiento estudiantil sólido en sus bases, la triestamentalidad en la universidad tiene que ser un tema que se ponga en el debate, ésta es fundamental para lograr una universidad democrática y participativa donde se incluya a todos sus actores sociales. Solo así podremos avanzar juntos y dar la lucha por la solución a nuestras demandas. Derogar la LOCE y lograr una educación gratuita y de calidad es tarea de todos.

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